Un café para el alma, por Mikel Navarro

Fotografía: Óscar Catalán
Un café es un océano turbio de esperanza, un amanecer tardío, un pasado por olvidar, un presente por saborear y un futuro incierto. El primer trago es amargo, el segundo conciliador, el tercero reconfortante y el cuarto inspirador. El café de la mañana devuelve su aroma a cambio de un nostálgico recuerdo que se presenta en el paladar, tibio y directo. Como los golpes de la vida, como el balanceo de un columpio que ya nadie empuja, como todo aquello que tienes por delante y debes afrontar. El café es la propia inercia de la vida que a veces incluso regala un ansia de creación, de amanecer.
Un café devuelve al animoso presente con energía clarificadora. En torno a su presencia se toman decisiones, se lee periódico, se reflexiona y se planifica la jornada… su tono marrón habla en voz baja gracias a su aroma hogareño; un café nunca falla. Navega firme en tu paladar con o sin azúcar, con o sin leche, posando en su recipiente cerámico o de cristal, su aroma nunca abandona, su estilo tampoco.
En sus posos hay un aire de soledad y recuerdo que viene y va, algo de predicción y una pizca de culpa. Tal vez por eso es capaz de leer el porvenir, el “porllegar”, el qué pasará. Porque un café es tu primer compañero del día y de lo que está por venir. Un café nunca pregunta la hora, evita el tiempo, es enemigo de la prisa, tiene un pacto con el reloj. Por eso un café siempre mira hacia delante, es el horizonte previo a su trago final. Puede ser el inicio de una amistad duradera, de una agradable conversación, de un amor fallido, de una decisión por tomar.
Un café puede o no llegar al alma o incluso ser parte de ella. Es el claroscuro auténtico de una persona que ríe y llora, que ama y sufre y que grita en silencio soledad.

Fotografía: Mikel Navarro
Un café para el alma… es un Caravaggio del fotógrafo Oscar Catalán, a él lo conocí gracias al café de la vida.
Gracias por regalarme tu arte en forma de retrato, yo te ofrezco estas letras cafeteras que forman parte de mí mismo. La ventana entreabierta por la que entra una rendija de luz, de vida… de autenticidad.
Texto publicado originalmente por Mikel Navarro Ayensa en su blog: https://mikelnavarro.wordpress.com